Solo quedó

 nuestra historia

Las ganas que tenía de leer a Adam Silvera no eran pocas. El escritor neoyorquino sin duda se ha convertido en uno de los autores YA del momento, y la primera impresión que me ha dejado con este su segundo libro publicado (el primero, Recuerda aquella vez, y el tercero, Al final mueren los dos, también publicados bajo el sello Puck en España y Latinoamérica) ha sido bastante buena.

La historia y sus personajes me engancharon de inmediato. A través de los ojos del adolescente Griffin conocemos la historia que se dio entre él y la persona que más ha amado, Theo McIntyre. Pero Theo ahora, en el presente, está muerto. La narración toma entonces dos tiempos: el pasado y el presente, intercalando los capítulos entre uno y otro. Así somos testigos del inicio de su relación y su desarrollo por un lado, y del dolor que tiene que enfrentar Griffin ante su pérdida por el otro. Pero en su duelo no estará solo, pues encontrará un improbable apoyo en Jackson, quien vendría siendo el novio actual de Theo antes de su muerte. Otro personaje importante es Wade, el mejor amigo de Theo desde antes que Griffin, y quien completa el grupo de amigos, "el escuadrón" que formaban los tres. 

Me parece que uno de los puntos fuertes de la novela es cómo poco a poco se nos van mostrando las distintas capas de los personajes, logrando que todos resulten complejos e imperfectos. Silvera no titubea al llevarlos a adoptar conductas impulsivas y  egoístas, de mostrar lo humanos y desastrosos que pueden llegar a ser, y eso me gustó mucho. Al final terminas con un muy definido sentido de quién es Griffin y quién es/era Theo, y aunque todo lo vemos desde la perspectiva del primero, también deja lugar para que uno como lector intente salirse de ella y haga el intento de internarse en la del resto.

El estilo es simple pero constantemente haciendo uso de un lenguaje adornado (prepárense para las metáforas y analogías sobre rompecabezas), y aunque a veces me daba la impresión de que abusaba de ello y caía en lo cursi, tampoco es que me arruinara la lectura. (Pero sí me hizo pensar en que aquellos lectores que tienen un problema con la prosa de John Green probablemente lo tendrán también con la de Silvera, aunque no por ello estoy diciendo que sus estilos sean 100% iguales). También por lo mismo me pasó aquello de sentir que se me estaba forzando a sentir y eso más bien provocó que la historia no me conmoviera tanto como esperaba.

Nuestra situación es como un juego de cartas arreglado, y la mano que el universo nos dio está hecha totalmente de comodines; somos una broma cósmica. Pero quizás no debamos retirarnos con tanta facilidad. Quizás podemos continuar jugando la partida y convertirnos en reyes a pesar de todo. 

Pero dejando de lado lo anterior, mentiría si dijera que no disfruté mucho su lectura, se convirtió en la compañía perfecta para el final del día y no quería que terminara por esa razón. Además la adorabilidad que vemos al inicio de la relación me llenó de calidez y el nivel de frikismo que envuelve a ambos personajes alimentó muy bien a la loca por las referencias (a la cultura pop) que soy.

Al final nos encontramos con una novela sobre la pérdida, el duelo y seguir adelante, centrándose en los sentimientos y emociones de los personajes y recordándonos que todos somos historias; historias complejas que se entrelazan, que se mantienen ocultas, a las que les faltan piezas o que simplemente no lograron terminarse. Historias que duelen y otras que sanan, historias bonitas y otras no tanto, pero historias vivas al fin y al cabo.