Pues sí, gente. Yo felíz de la vida porque tuve la oportunidad de asistir a una de las funciones del tour del musical norteamericano Charlie and the Chocolate Factory en el Showcenter Complex, recinto que desde su apertura en 2019 forma parte del circuito de giras de Broadway. 

Willy Wonka está a punto de abrir las puertas de su misteriosa y maravillosa fábrica de chocolate… solo para algunos afortunados. Entre ellos, Charlie Bucket, quien está a punto de transformar su vida gris en una llena de colores y confitería, que va más allá de sus más grandes sueños. Él y otros cuatro afortunados ganadores del golden ticket, embarcarán en un viaje memorable a través de un mundo lleno de pura imaginación. ¡Prepárate para los Oompa-Loompas, inventos increíbles, el elevador de cristal y mucho, mucho, mucho más en este espectáculo atemporal!

Debo decir, sin embargo, que no soy la mayor fan de la historia original. Aunque tampoco es que me disguste. Recuerdo haber visto y disfrutado la película de 1971 en algún momento de mi infancia (la prefiero a la del 2005), y hace un mes leí la novela por primera vez y también la disfruté, mas nunca he sentido un afecto o interés especial por la historia en sí. Pero el teatro musical es el teatro musical (para mí, sinónimo de magia), y lo anterior no impidió que gozara con cada segundo del show. Hablemos un poco del mismo, pues.

Presentando un libreto de David Greig, música de Marc Shaiman y letras de Scott Wittman y Marc Shaiman, se trata de una adaptación bastante fiel de la novela, con unos cuantos cambios menores, uno de ellos en cuanto al setting, ya que se hace mención a elementos de la era tecnológica actual. Es una versión con una pizca de modernización en ese sentido. Y en mi opinión, los personajes conservan muy bien la esencia del relato de Dahl, Willy Wonka presentándose como esta figura extravagante y atrayente, y cada uno de los niños afortunados exponiendo marcados defectos (a excepción de Charlie, claro). 

En cuanto a mis momentos favoritos, diría que fueron tres: 1) 'If Your Father Were Here', con el cual no esperaba llorar pero sucedió y nunca superaré lo bonito y emotivo que es el montaje de ese número; 2) 'It Must Be Believed To Be Seen', el cierre del Acto I; el cambio de vestuario de Wonka junto con la energía que lo envuelve y la participación del ensemble lo convierte en un momento formidable. Amé demasiado; 3) 'Veruca's Nutcraker Sweet', porque adoro el ballet, y este número con Veruca danzando (o intentando danzar) con el ensemble caracterizado de ardillas gigantes me encantó, además de que el final con la niña hecha pedazos (literal) es bastante sorpresivo y hardcore lol. Mención honorífica a 'The View From Here', el sereno y bonito finale.

El resto de los elementos técnicos y artísticos tampoco decepcionan: las proyecciones, la escenografía, el vestuario, la iluminación, las coreografías, los Oompa-Loompas a la Lord Farquaad en Shrek The Musical, todo muy llamativo y divertido. 

Así, rebosante de humor, energía caótica y muchísimo color, esta adaptación del clásico infantil me ganó con facilidad. Su siguiente parada es la Ciudad de México, así que si les llama la atención, gustan de este tipo de espectáculos y tienen la oportunidad de verlo, les recomiendo mucho la experiencia.