[Reseña] «Pequeñas grandes cosas» de Jodi Picoult; un mensaje desde y para la blanquitud

by - jueves, octubre 08, 2020


 Pequeñas grandes cosas

Título original: Small Great Things
Autora: Jodi Picoult
Traducción: Antonio Prometeo-Moya
Editorial: Umbriel / Urano
*Gracias a la editorial por el ejemplar*
Páginas: 494
Sinópsis: Ruth Jefferson es enfermera en la sala de partos de un hospital de Connecticut, una profesional con más de veinte años de experiencia. Ruth empieza su turno con el reconocimiento rutinario de un recién nacido, pero unos minutos después le comunican que el niño tiene otra enfermera. Los padres son supremacistas blancos y no quieren que Ruth, que es de origen africano, toque a su pequeño. El hospital satisface sus deseos, pero al día siguiente el niño sufre una crisis cardíaca y Ruth es la única enfermera de servicio. ¿Obedecerá las órdenes de la dirección o intervendrá a pesar de todo?
Con un extraordinario despliegue de inteligencia y sinceridad, y una gran empatía, Jodi Picoult aborda los problemas de la raza, los privilegios, los prejuicios, la justicia y la compasión y no da soluciones cómodas.
★★★½

 
Escribir ficción sobre la experiencia negra desde tu posición de mujer blanca privilegiada quizás no sea la mejor ruta a seguir en los tiempos que corren, y es que con justa razón se percibe como ofensivo cuando el resultado no llega a ser lo suficientemente convincente en cuanto a la representación que se está abordando, o cuando provoca que se le preste más atención a estas otras voces que a aquellas a las que buscan amplificar. En la nota que se encuentra al final de Pequeñas Grandes Cosas Picoult deja claro que es consciente de estas cuestiones, y confirma algo que rápidamente llega a observarse al adentrarse en las páginas de la novela: más que dirigirse a la comunidad negra y decirle "esta es tu experiencia", su mensaje va encaminado a ser una llamada de atención dirigida a los suyos, a los blancos.

La historia sigue a Ruth Jefferson, una enfermera afroamericana cuya realidad y estabilidad laboral se ven gravemente perjudicadas cuando los padres de un bebé que falleciera en la sala de neonatos la acusan de homicidio, pues estas personas que se asumen como supremacistas blancos eligen creer que, al solicitar al hospital que Ruth no tuviera permitido atender a su bebé debido al color de su piel, ésta terminó desquitándose con la critaura durante la situación de emergencia que se presentó poco después de su nacimiento. Por supuesto, esto es tan solo una excusa para señalar a un culpable por la muerte de su hijo y descargar su latente racismo.

El panorama entonces se desenvuelve por medio de tres perspectivas en las que se dividen los capítulos: la de la misma Ruth, la de Turk, padre del niño; y la de la abogada de oficio que tomará el caso de Ruth y la representará en el posterior juicio. Así es como a través de la primera se nos mostrará la sacudida que vive una mujer negra al serle recordado que por más que intente seguir las reglas del mundo de los blancos jamás será vista como una de ellos, viéndose en la necesidad de alzar una voz que, en buena parte, se había mantenido en silencio; a través de la segunda nos internaremos en la mente de un skinhead o cabeza rapada, narrándonos cómo terminó convirtiéndose en un supremacista blanco y contrayendo matrimonio con Brittany Bauer, hija de un destacado líder de estos grupos que se rigen por el odio; mientras que la perspectiva de la abogada Kennedy es la que más se alinea con el mensaje que se busca transmitir a aquellas personas blancas que no se consideran racistas porque no llevan tatuada una esvástica o porque dicen no tener en cuenta el color

 (...) Dice que no se fija en el color... pero eso es lo único que ve. Es tan consciente de ello, y se esfuerza tanto por aparentar que no tiene prejuicios, que ni siquiera puede entender que, cuando dice «la raza no importa», lo único que yo oigo es que usted desestima lo que yo he sentido, lo que yo he vivido, lo que es ser despreciada por el color de mi piel.

Es la primera vez que leo a la autora y fue grato encontrarme con una narrativa rebosante de fluidez. La lectura en ningún momento se me hizo pesada y aun cuando los capítulos son bastante larguitos, sentía que las páginas se pasaban volando.

Y aunque en lo personal no me contó nada nuevo sobre este tipo de situaciones derivadas de la gran problemática que es el racismo hacia las personas de raza negra en Estados Unidos (y ciertos matices no terminan de convencer, y el epílogo sabe a innecesario), me pareció una novela bien escrita cuyo relato sí que puede llegar a concientizar o por lo menos invitar a la reflexión al evidenciar que no es suficiente con decir "yo no soy racista" y que detrás de este mal con siglos de antiguedad hay todo un sistema e instituciones que lo respaldan y alientan; y mientras no se hable de ello y combata activamente, difícilmente podrán darse cambios mayores.

Pero aunque cogiéramos a todos los supremacistas blancos del planeta y los enviáramos a Marte, seguiría habiendo racismo. Eso es porque el racismo no es solo una cuestión de odio. Todos tenemos prejuicios, aunque creamos que no. Es porque el racismo también tiene que ver con quién tiene el poder y con quién tiene acceso a él.


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2 comentarios

  1. ¡Hola!
    Yo creo que por el momento lo dejaré pasar, leyendo tu reseña no terminó atrapándome, pero igual agradezco tu reseña.
    ¡Saludos!

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  2. Hola, desconocía por completo que la autora hablara de una minoría a la que no pertenece, pero bueno, de veras que suena interesante tener los tres puntos de vista aunque no creo leerlo :P
    ¡Besos! :3

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