A Alaíde Ventura primero la conocí por sus tuits; quienes la siguen estarán de acuerdo con que basta con leer un par de ellos para querer salir corriendo en busca de alguno de sus libros. Y pues, trecientas y tantas páginas después, aquí me encuentro, experimentando un revoltijo emocional y confirmando lo estupenda narradora que es.  

Como caracol... es una historia de amor, relaciones familiares complejas, momentos cotidianos que saben a recuerdos, de palabras que se dicen y palabras que quedan en el aire entre nieta y abuela, madres e hijas. Julieta, nuestra joven y adolescente protagonista, nunca había entablado una relación con Mariana, su abuela materna, debido a que su madre siempre se mantuvo alejada de ésta; no obstante, las cosas cambiarán luego de que en su decimosexto cumpleaños reciba un regalo de su parte, pues será esto lo que despierte su interés por conocerla, y es así como terminará encontrándose con una mujer inteligente, ingeniosa, independiente y altamente estimada. Pero pronto, y a tan poco tiempo de que ambas se hayan integrado a la vida de la otra, la enfermedad tocará la puerta de esta familia, y junto a sus seres queridos Julieta tendrá quer ser testigo del veloz desvanecimiento de todo aquello que caracterizaba a su abuela, escapándose de entre el olvido un pasado que separó y que continúa llevándose a cuestas. 

 

Disfruté mucho, muchísimo la narración de esta novela: sencilla, directa, honesta, conmovedora. Julieta es quien nos narra todo en primera persona y su voz se percibe muy cercana y en concordancia con la adolescente de 16-17 años a la que da vida. Las descripciones también son maravillosas, dotadas de palabras, frases y expresiones exactas que logran ubicarte con enorme facilidad en el contexto de cada escena (además de que su ambientación en Xalapa me hizo muy felíz). Realmente es una lectura que te acoge desde la primera página y, por más cursi que suene, te hace sentir en familia.

 

Por otra parte —y como ya se da a conocer en la breve sinópsis—, la enfermedad en cuestión es el mal de Alzheimer, y es con mucha sensibilidad y franqueza que se plasma lo difícil que es para los personajes convivir con este padecimiento en el día a día.

Pero pese a tocar estos temas duros sobre enfermedad y rencores familiares, durante todo el trayecto acompaña una calidez proveniente de las caracterizaciones de los personajes, las relaciones entre ellos y la enorme empatía que te generan; de lo que Julieta nos cuenta de su vida escolar y también de la amorosa, de cómo se percibe a sí misma y a su entorno, de cómo se encuentra en las citas de libros que nos va compartiendo a lo largo de la narración, etc.

 

La verdad es que no encuentro una sola cosa que no me haya gustado. Es una novela que rápidamente encanta con su sencillez envuelta en complejidades humanas. Vale mucho la pena conocer y sumergirse en su relato sustancial sobre lazos familiares, relaciones complicadas entre madres e hijas, enfermedad, vejez, cuidados, hogar e identidad; sobre cómo cargamos con cosas que evitamos resolver, sobre lo bueno y lo malo que nos construye y que, nos demos cuenta o no, llevamos a todos lados. 

En pocas palabras: es un libro bien bonito; sin duda se ha sumado a mis mejores lecturas del año, así que recomiendo mucho que le entren, con confianza.